
¡Hola, hola! ¿Cómo sigue todo? Hoy os traemos una entrada con una temática muy interesante sobre la que muchos de vosotros nos habéis pedido más información tras el lanzamiento de nuestro nuevo patinete eléctrico Smartgryro Raptor Black.
Como sabéis, vuestros deseos son órdenes para nosotros, por lo que, una vez recopiladas todas vuestras preguntas y consultas a través de redes sociales, hemos acudido a nuestro equipo de técnicos consiguiendo dar respuesta a todas y cada una de ellas ¿Comenzamos? ¡Vamos allá!
Si estáis aquí, probablemente no sepáis con exactitud qué es o cómo funciona un sistema de frenos hidráulicos, pero a lo largo de esta entrada os vamos a explicar en detalle no solo su funcionamiento, sino también cuáles son sus ventajas y puntos fuertes.
¿QUÉ ES UN FRENO HIDRÁULICO?
Se trata de un sistema de frenado conformado por unas palancas de freno que a primera vista pueden parecer muy similares a las de unos frenos mecánicos, pero cuyo funcionamiento es totalmente diferente. Se trata de un sistema cerrado en el que se encuentra un líquido que puede ser sintético o mineral. El funcionamiento es sencillo, cuando accionamos la maneta de freno, se genera el desplazamiento de un pistón que se encuentra en el interior de la bomba de freno, lo que implica el movimiento del líquido hidráulico que contiene hacia unos latiguillos de freno que llegan hasta un pistón esclavo en la pinza de freno. Tras ello, el desplazamiento del pistón esclavo hace que la pastilla de freno entre en contacto con el disco, ejerciendo una frenada proporcional a la fuerza aplicada sobre la maneta de freno.
Y para que lo entendáis mejor lo que os estamos explicando, os vamos a dejar por aquí un esquema muy ilustrativo que hemos encontrado en el blog de nuestros compañeros de EPS (Centro de Formación de la Motocicleta).
¿CUÁLES SON SUS VENTAJAS?
- Es el mejor sistema de frenado existente.
- Reducen la fuerza necesaria para frenar.
- Son muy eficientes, pues aportan un control total sobre la frenada evitando que la ruedas se bloqueen al frenar muy bruscamente.
- Su precio es más elevado, pero ofrecen una mayor calidad y seguridad.
- El mantenimiento es más complejo que el de un freno mecánico, si nunca has cambiado has purgado un sistema como este, pero es menor, pues el líquido ha de ser revisado una vez al año como mínimo y las pastillas de freno se desgastan a una velocidad inferior a las de un freno mecánico.
Desde Smartgyro estamos preparando un vídeo tutorial para que podáis seguir paso a paso el proceso de purgado. Aun así, ya sabéis que podéis contar con nuestros compañeros del servicio técnico para cualquier consulta, duda o reparación.
AHORA BIEN ¿OS GUSTARÍA SABER UN POQUITO MÁS? ¿OS GUSTARÍA CONOCER SUS ORÍGENES?
Existen diferentes teorías en lo que al origen de los frenos hidráulicos se refiere. Hay expertos que aseguran que su invención corresponde a Malcolm Lougheed en el siglo XX, concretamente en el año 1918. Este joven inventor, en su afán por innovar y conseguir un sistema de frenado mejorado al que ya existía, decidió probar a utilizar cilindros y tubos rellenos de líquido y ejercer presión contra las zapatas de freno y, en consecuencia, que estas se empujaran controla las tamboras, lo que constituyó sin duda una maravillosa decisión gracias a la cual hoy en día podemos disfrutar de dispositivos con una frenada mucho más segura y precisa.
Tras este implacable invento, no tardaron en aparecer los primeros coches de pasajeros equipados con frenos hidráulicos, concretamente, el primer automóvil en implantarlos fue el Duesenberg Modelo A en el año 1921, pero tras él, otras marcas reconocidas que supieron aprenciar las bondades de este sistema, hablamos de Chrysler, Dodge, Desoto, Plymouth, Auburn, Franklin, Reo o Granham entre otras como Ford, la cual los pusó en marcha años después, en 1939.
Otros expertos en cambio, hablan de Allan Haines Lockeed, nacido en Niles (California) y quien a conjunto de sus hermanos Malcom y Victor, desarrolló el primer sistema de frenos hidráulicos en 1922. Tras ello, dos años después, en el Salón de Nueva York concretamente, Chrysler fue el primer fabricante en implantarlos en sus vehículos.